Entrañable, por Jacqueline Lacasa


El proyecto Entrañable, que desarrolla Teresa en la amplitud de una plataforma artística, es un trabajo que lleva años de acopio y análisis de información y que revela las fortalezas personales que una artista debe poner en la superficie para que lo "entrañable" en su esencia pueda finalmente circular desde huellas compartidas. Y es que la naturaleza de este trabajo y los distintos niveles de información de su montaje, provocan la necesidad de develar una verdad personal subjetiva que puede ser también la del propio espectador. 
Es interesante cuando se lee el catálogo de Entrañable, analizar las pistas que con precisión aparecen de forma clave y que nos conducen a las entrañas de la muestra que como señala Gabriela, son sostenidas y contenidas por los huecos del cuerpo, es allí que sin duda también encontramos a la memoria afectiva, al “reservorio de las fortalezas”. 
Considero que al entrar directamente en la sala de exposición, el montaje nos invita a comprender los contenidos singulares del proyecto, que dejan ver la elaboración estética y conceptual a lo largo de la investigación.  Un conjunto de retratos de las mujeres de su familia, un sitio web que conecta a los espectadores con el volumen de la información específica, logrando componer un corpus en el que el archivo cobra un lugar más que determinante en medio de una narrativa conmovedora.
Sin detenerme aun en las pistas que como evidencias sugieren un camino posible, recuerdo las primeras cosas que me sorprendieron, como ver en su estética una superficie de inscripción que supera lo esperado en tanto situación cotidiana, así como también los elementos que se configuran entre la singularidad de las historias de las mujeres retratadas. Cuando hablo de superficie de inscripción recuerdo una vez más a Deotte, cuando propone a la suma de experiencias en comunidad como los espacios que definen diferentes superficies en donde se inscriben las culturas. Y esto sucede de forma contundente cuando nos colocamos como espectadores. De alguna forma los dispositivos de esta muestra, es decir los lenguajes y las formas de interpretar la realidad, forman parte de un tránsito activo. Cruzar la sala, mirar al río, volver a la captura de lo que me inquietaba, y es esa obra la “Hija de su madre”, en donde Teresa pinta en colores contrastantes, con pinceladas precisas exentas de rigidez los retratos de su abuela, su madre, e hija, incluyéndose a sí misma en el proceso. Es en ese punto que lo “entrañable” pasa a ser un misterio compartido, porque ustedes  se encargan de generar vasos comunicantes entre las cavidades que almacenan a la memoria y las de sus pares y lo hacen de forma interdisciplinaria, desde la antropología, la literatura, la biología, y desde las conceptualizaciones de las que partieron y a las que finalmente arriba en el terreno del arte.
La abuela convierte la narrativa en un pliegue inmenso de tramas que custodian la intimidad. Puppo logra ficcionar la interrelación entre lo que se nos trasmite durante la vida como potencial verdad y crea episodios para una historiografía en donde los ecos funcionan como archivo sonoro. Vuelvo a los retratos, que como depositarios y testigos, tienen una presencia rotunda en la sala y aparece la imagen–movimiento, en una pieza que es una producción fundamental realizada por la artista en su retorno al origen o a uno de los orígenes de su familia materna en Córdoba, Argentina. Allí el ojo de Teresa logra una toma de posición frente al absolutismo de la norma impuesta en el deber ser, en el deber decir de una historia, de muchas formas creo, que rompe con los códigos de la heteronormativa. Comienza a intensificarse la presencia de lo “entrañable”, de sus ancestros en la voz de su abuela, que nació a fines del 1800 y que supo sobrevivir a las transformaciones de su tiempo en medio de las luchas ante el exterminio de las comunidades indígenas. Creo que la forma en la que se revelan los secretos tiene que ver con una acción performática, en tanto son extraídos de los archivos personales, de las huellas que el cuerpo porta y que a su vez son leídas y almacenadas en un nuevo lugar para la memoria. Huellas que se registran como marcas, como cortes profundos en la trama que se componen y ficcionan el ser mujer y de cómo vivir desde nuestro género. Está la convicción que compartimos con Teresa con relación a los reclamos de libertad e igualdad para las  mujeres y contra todo tipo de violencia a la que podamos ser sometidas. Pienso en todos los asesinatos a mujeres por violencia domestica, que hubieron este año en Uruguay y que ya suman más de veinte.
¿Cuáles son las evidencias? Esta pregunta la vínculo con la búsqueda del linaje matrilineal, planteado como parte de la narrativa de las luchas íntimas por develar lo que es abuso, misoginia, dominación y a la capacidad resiliente de las mujeres para superar aquello que históricamente encarna al trauma.
Las certezas en este proyecto forman parte de una metáfora en construcción, porque se convierten en materia que a través de la cosmovisión de Teresa cobra vida. Justamente como artista hay un manejo de la incertidumbre que es transformada en hechos a través de la intuición, de la pulsión de conocimiento.  
El margen de acción en donde se elabora la obra, por diferentes vías hace a que la obra no se limite a una sola visión sino a que puedan  emerger otros cuestionamientos. Hay algo de lo constitutivo en la trama que genera Teresa; en “Vidas obedientes”, Vicente Aliaga señala como la violencia es  un derrame en sí mismo y es vivida en lo público y en lo privado a la vez, siendo su límite difuso y muchas veces un lugar difícil de detectar.
Pienso también en las formas en las que nuestros registros vitales cargan con lo que se imprime como evento violento y que se derrama en nuestro psiquismo. Judith Buttler desarrolla la idea de que los cuerpos aun importan y me pregunto entonces sobre las formas en la que Teresa habita la memoria y a través de su literatura, de sus imágenes, de su vivencia y genera condiciones para poder habitar un espacio pleno. Hay un vínculo que aparece en la obra de Teresa que se produce entre la Naturaleza y el principio de individuación, como borde muy cercano entre lo apolíneo y lo dionisíaco.  Justamente su obra corre algunos velos, sin encontrar elementos definitivos, por esto su trabajo es progresivo y anuncia instancias, nodos, desmantela arborescencias que viven como fijadas a una forma de obediencia, en la dinámica de los síntomas propios de la vergüenza y del silencio que tiene como rector al miedo. 
Como propone pensar Diana Taylor, ver desde que lugar el cuerpo es corporizado en la memoria cultural y de cómo su especificidad está siempre sujeto a cambios.  Aquí los temas que se ponen de manifiesto tienen que ver con etnicidad, género y memoria cultural. Es como abrirse paso en el silencio y entablar un diálogo ancestral que nos devele en la historia familiar, la actualidad de los mitos, que sostienen también al imaginario social.
Por otra parte pienso en un texto que por momentos me conmueve, “El aroma del tiempo” Byung- Chul Han cita a Proust insistentemente, para que podamos retomar la idea del tiempo perdido como una nueva síntesis de nuestra presencia en la comunidad. Él dice justamente que "la construcción de la metáfora también se presenta como una práctica de la verdad, al tejer una red rica en relaciones, al poner al descubierto la forma de relacionarse y de comunicarse entre las cosas. Contrarresta la atomización del ser”.
Tal vez esto si se toma no como un enlentecimiento forzado para movilizar los sentidos sino como la posibilidad de ver y analizar los procesos de creación, como un práctica para encontrar verdades, espacios lugares que puedan ser compartidos. “Entrañable” es creada a partir de lo que denomino en mis trabajos “genealogías cercanas”, que exploran una forma de ver y de entender distintas circunstancias de la vida misma y llevarlas al terreno del pensamiento crítico. Y en 2016, trasladar el cuerpo y emplazarlo en Buenos Aires, seguir en un camino certero, creando huecos de conciencia para instalar nuevas formas de hacer visible la sensación de recordar, amar, odiar. En Buenos Aires Teresa Puppo diseña una cartografía que activa las sensaciones, la trama de las relaciones afectivas. Esta es una narrativa en construcción que la artista instala en su vida como una hoja de ruta, buscando asumir una nueva red conceptual en el devenir de los acontecimientos. Volver a la “Reina del Plata” que su abuela y  su madre despidieron para alcanzar la libertad de crear una nueva vida. Se trata de recorridos que a modo de genealogías cercanas, operan en el mundo afectivo personal de la artista. Esta reconstrucción se materializa en hallazgos singulares, por ejemplo se establecen relaciones significativos entre personalidades como la del General Julio Argentino Roca activo participante del exterminio indígena (suponemos que su abuela fue descendiente de indígenas) y el escultor uruguayo José Zorrilla de San Martin (sobre el cual Puppo ha realizado varias investigaciones). El hecho de que el escultor uruguayo fue realizador de un monumento para aquel General, construye en el imaginario social espacios contradictorios que son invisibles para los que ocupan por ejemplo en la trama urbana. Puppo se instala en la ficción en nuevos recorridos, transformando los viejos escenarios,  inscribiendo nuevas incógnitas y habilitando la especulación sobre el viaje.
Esta es una zona en la que la cartografía familiar señala trayectorias, tal vez compartidas por otras mujeres de varias generaciones. De esta forma, tal como sucediera en el viaje anterior que realizara Puppo a Córdoba, se replica la experiencia con un vuelco en lo conceptual que provoca una toma de posición del territorio. Es ese momento en el que la “supervivencia”[1] puede ser pensada como “economía anacrónica” en donde se acoplan tiempos distintos y es allí en dónde el recorrido de la artista logra experimentar en el gesto, el restablecimiento del conflicto como zona que activa el pensamiento. Y mientras esto sucede, el “ser - como - proyecto”[2] se opone al olvido para avanzar en una memoria activa.
Jacqueline Lacasa, 2016

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[1]Geroges Didi Huberman en su libro “En la cuerda floja”.
[2] Concepto acuñado por Jean Paul Sartre.