LA BÚSQUEDA/ Prácticas y viajes en territorio/ Córdoba-San Luis, 2015

LA BÚSQUEDA/ LOS ENCUENTROS

Una deriva/ buscando rastros

Uno de los  cruces que surgió dentro de las líneas de investigación del proyecto fue considerar indispensable la posibilidad de realizar un viaje a Córdoba, a buscar un rastro. En un principio la idea fue rastrear orígenes familiares y hacer un video con el registro del viaje. Tenía claro que el lugar era el sur de Córdoba, lugar de origen de los ancestros de mi abuela materna, nacida a fines de 1800 o principios de 1900. También cuna de la nación Rankülche. También zona adonde llegó el Ejército Nacional bajo las órdenes del General Roca,  quien lideró la campaña de aniquilamiento de los pueblos indígenas llamada la “Conquista del desierto”. (Fuentes historiográficas militares ubican el 31 de diciembre de 1917 como la fecha oficial de finalización de “la conquista del desierto del norte”  http://www.ejercito.mil.ar/dahe/historia/desierto.html).
Fragmento de (otro) diálogo en conexión, junio 2015
Teresa Puppo / Gabriela Larrañaga 
Teresa Puppo: ¡Hola! Te mando el link a la bitácora del viaje, la escribí para el blog Entrañable… (2. b. *Bitácora de un viaje a Córdoba/ recorridos) Sabés Gaby, estuve en el seminario de filosofía presentando el video, contando lo que fue el viaje a Córdoba…
La charla fue muy buena, con muy buenos aportes. Hablamos mucho sobre la incertidumbre, de la certeza de la incertidumbre, te acordás, fue una frase que surgió luego de la charla con Claudio en Villa Mercedes, y también después de estar varadas en el aeropuerto de Córdoba, cuando nos encontramos con tu amiga… que durante la charla dijo algo así como que era bueno no tener tantas certezas…
Gabriela Larrañaga: ¡Sí, me acuerdo, Paula! Claro, lo dijo en el sentido de no tener tantas  certezas documentadas y legitimadas, como de ir por el mundo de una forma más libre, más a la expectativa,  de forma receptiva, creo que fue en ese sentido…
T.P.  Sí, fue en ese sentido…  Rosana dijo una cosa que me pareció súper importante, que el concepto de la certeza de la incertidumbre le rechinaba, que le sonaba a explicación, que hablar de incertidumbre implica dar una explicación, como excusarse de lo que vas a decir. Que ver el video solo, así como video y nada más, ya decía que sí había una certeza, que habíamos ido atrás de una certeza, de la certeza de la corazonada o de algo que no se puede traducir en palabras pero que fuimos atrás de una seguridad, de una historia que sabíamos que era así. Siempre lo supimos desde lo afectivo, desde ese otro lado que no es el positivista que necesita certificados y explicaciones científicas y posta para asegurar algo. Que ese algo lo sentíamos cierto desde el arte, desde la certeza que nos daba la intuición y que se concretaba en ese fluir del que hablábamos (les conté los encuentros en Villa Mercedes), que habíamos ido buscando algo que sí sabíamos que íbamos a encontrar, porque sí,  porque sabíamos que era así.
Y Rosana me hizo pensar mucho en las charlas que tuvimos vos y yo, cuando nos asombrábamos de que las cosas sucedieran sin trabas, sin tropiezos, de que todo fuera sucediendo como si hubiera estado planificado al detalle…  y también pensábamos que si hubiera estado planificado al detalle lo más probable hubiera sido que no se hubiesen dado todos los encuentros y coincidencias. Todo sucedía tal cual lo esperábamos, ¿no te parece? También, de cierta forma, hablar de la incertidumbre o de la no certeza surgió en el prólogo que redacté para la historia apócrifa. Lo que Rosana dijo “cuando decís algo, lo decís así como es, no tenés que darle explicaciones a nadie, a mí me suena que si hablás de la incertidumbre estás como dando explicaciones”, y ahí me di cuenta de que escribí eso como para decirle a mi familia "no se preocupen esto es una construcción…  o puede ser ficción... no hay certezas...”. Lo hablamos una vez, ¿te acordás? Y fue ahí que escribí ese prólogo.
Creo que también influyó que cuando volví del viaje, todos me preguntaban si había encontrado algo… si encontré lo que había ido a buscar a Córdoba, como si hubiéramos ido a buscar algo concreto, lo encontráramos y volviéramos con el hallazgo entre las manos… como quien va a pescar, ¿no? O pesca y trae pescado, o no pesca, y es un fracaso.
G.L. Claro, se nos exigen respuestas concretas, resultados tangibles, y qué poco tiene que ver esto con lo que para nosotras es el arte, porque sí sabíamos que esta práctica artística no es menos que otra, porque emprender un viaje o hacer una pintura siempre es un gran abismo basado paradójicamente en una gran certeza, siempre es una deriva.
T.P. Desde otro punto de vista creo que la incertidumbre la tenemos todos… no sé… ¿es algo que vamos a sentir siempre cuando nos ponemos a buscar? ¿Te parece? Lo que sé que es cierto es que yo fui sabiendo que iba a encontrar lo que encontré...
G.L. Sí, eso que hablamos de sentir que habíamos estado como en otro mundo, en otro lugar, como si hubiéramos estado en otra dimensión… Donde las cosas fluyeron -tanto que lo dijimos muchas veces, sorprendidas- y ese fluir se dio porque teníamos la certeza. Pero una certeza sin certificados, sin papeles firmados, sin pruebas tangibles. Una certeza intuitiva, imaginativa.
T.P. En lo de Annabel me preguntaron qué era lo que había encontrado, pero no desde los certificados, sino desde el sentir... y sí sentí que había encontrado lo que había ido a buscar, sí sentí que era un lugar muy bello, sí sentí un montón de emociones y la sensación de haber llegado a ese lugar que buscaba, porque todo fluyó, y llegué, y vos me acompañaste, y también empujaste y te dejaste llevar...
G.L. Siempre supimos que el viaje no era muy  planificado, ¿no? convinimos en dejar fluir, si bien teníamos alojamiento reservado –en la ciudad de Córdoba- el resto era un ir hacia lo que deviniera.

2. b. *Bitácora de un viaje a Córdoba/ recorridos y encuentros
 Teresa Puppo, Junio de 2015

01 lunes/ Llamamos a un taxi y estuvimos en Aeroparque a la hora señalada. Felices de estar ahí, de comenzar un viaje tan esperado. No muy planificado, con Gaby siempre convinimos en dejar fluir, si bien teníamos alojamiento reservado –en la ciudad de Córdoba- el resto era un ir hacia lo que deviniera. Y seguras de que lo que iba a devenir iba a ser lo que buscábamos.
Llegamos a Córdoba  en un vuelo tranquilo, nos tomamos un taxi para ir al apartamento de Federico, a quien habíamos contactado por internet. Dejamos el equipaje y salimos. Nos fuimos a recorrer la ciudad, siguiendo las indicaciones que nos dio. Llegamos a la parte antigua, después de almorzar unos sándwiches en un boliche que encontramos al pasar y que nos despertó el apetito. Recorrimos la ciudad.




02 martes/ luna llena/ De mañana estuvimos en el Arzobispado, buscando datos de nacimientos, bautismos, registros de vidas y de muertes. Después de averiguar horarios de los pasajes a Villa Mercedes, donde teníamos planificada una entrevista con un investigador de la historia de los Ranqueles, el Profesor Pablo Ossola, decidimos salir el miércoles de mañana temprano, para poder contar con dos días enteros allá. La idea con la que íbamos (nuestro único plan) era quedarnos lunes y martes en Córdoba, miércoles y jueves ir al sur, Villa Mercedes, Río Cuarto, Laboulaye, y el viernes de mañana volver a Córdoba, y de tardecita tomar el avión de regreso a Buenos Aires.

Ese día en Córdoba recorrimos museos, galerías. De paso, en las conversaciones nos íbamos poniendo de acuerdo con los pasos a seguir. Llegamos a la galería El gran vidrio, un descubrimiento. Caminamos mucho. Otro descubrimiento fue toparnos, de vuelta a nuestro apartamento, con el Centro cultural de la ex-cárcel de mujeres, donde estuvieron detenidas presas políticas durante la dictadura, Plan Cóndor vigente. Una plaza a la que llegamos por casualidad. 
03 miércoles/Salimos de mañana temprano en un ómnibus para Villa Mercedes, ya con todo el equipaje. La idea era volver a Córdoba el viernes de mañana –para que ningún imprevisto nos impidiera tomar el avión de vuelta.
Al llegar a la Terminal nos enteramos de que había paro de transporte, aunque no paraban las líneas de viajes largos. Pero justo la compañía en que viajábamos nosotras se adhirió al paro, así que tuvimos  sin saber si íbamos a lograr llegar a nuestro destino ese día. Era un ítem fundamental, y eso podía arruinarnos los pocos planes que habíamos definido como importantes. Finalmente, de algún lado salió un autobús que iba a Villa Mercedes y no se adhería al paro y salimos en él a las 8 y pico de la mañana, al son de los bombos. 
Fue un viaje lindo, nos sentamos en la primer fila de la parte de arriba, con dos asientos para cada una. Teníamos una ventana panorámica al paisaje. Nunca había visto la llanura inmensa de la pampa. Dormimos un rato, pero poco. 
Llegamos a Villa Mercedes a eso de las 16 hs. Teníamos que buscar hotel, y por Internet no habíamos encontrado muchas opciones, y todas eran caras, o malas. Así que dejamos que un taxista charlatán nos llevara por los hoteles que nos aconsejó hasta elegir uno. Después de instalarnos, llamamos al Prof. Ossola, que nos citó para ese mismo día en su estudio. La entrevista fue muy interesante. Él nos sugirió que nos contactáramos con un baqueano conocedor de  los sitios de los Ranqueles, Daniel, que aceptó ir con nosotras al día siguiente. 



04 jueves/ Nos encontramos con el baqueano en su casa, a las doce y media, para salir hacia el sur. Él se encargó de conseguir el vehículo que nos llevaría. Desde ahí salimos hacia el sur, a la frontera, al desierto. A un lugar que parece conservar la memoria, rastros, que imaginamos casi intacto, casi como era, sin huellas notorias de los ciento y pocos años que pasaron. El camino era zona de guadales. Al auto le costaba avanzar, se enterraba y patinaba.
Horas después estábamos de nuevo en Villa Mercedes, agotadas. Y nos quedaban todavía ocho horas por delante sin mucho que hacer. Paseamos, compramos algunas cosas, nos topamos con un lugar donde vendían unos alfajores muy recomendados y buscamos algún lugar acogedor para tomar un café, descansar y reponer fuerzas. El pronóstico más seguro de nuestro futuro inmediato era trabajar en la sala del hotel hasta las 2 de la mañana. Caminábamos buscando el café cuando escuchamos una voz que dijo “¡Teresa!” y al darnos vuelta nos encontramos con una cara agradable, que nos explica que él es Claudio (un contacto que había hecho desde Montevideo buscando datos de Villa Mercedes por Internet- pero que no nos habíamos visto nunca). Claudio nos invitó a cenar, organizó un asado magnífico, nos pasó a buscar por el hotel, y de madrugada nos llevó a la Terminal de autobuses. Así finalizó nuestro viaje al sur de la provincia de Córdoba,  cenando con él, su mujer y uno de sus hijos. Fue un personaje indispensable. 
05 viernes/ En ese viaje de vuelta, dormimos, dormimos, dormimos. Llegamos a Córdoba cerca de las 8:30 am (ningún autobús de los que tomamos cumplió con los horarios de llegada). 
Salimos de la Terminal y fuimos hacia el centro por un camino nuevo, que no habíamos hecho nunca, doblamos una esquina y pasamos por el costado de un hospital.  Lo miré, era un edificio muy deteriorado y seguimos caminando. A unas cuadras me acordé de las imágenes que había visto buscando información en Internet, claro, era el Hospital San Roque, donde nació mi madre. Como pensaba que estaba cerrado no lo tenía en la lista de lugares para visitar. Volvimos, entramos, recorrimos, saqué fotos. Seguimos caminando y un poco más adelante encontramos una calle, a un costado de la catedral, que estaba –parecía adornada con guirnaldas que la cruzaban de lado a lado.
Al acercarnos, nos dimos cuenta que las guirnaldas no eran guirnaldas, eran como pasacalles con fotos de personas, fotografías de desaparecidos. Nos quedamos impactadas, y entramos a un lugar que se llamaba algo así como “del Buen Pastor” y estaba frente a la Catedral de Córdoba.  Ahora está  convertido en un memorial de los desaparecidos durante la dictadura militar, ex-lugar de detención de presos políticos en Córdoba. Entramos, daba escalofríos. Estaba conservado como había sido encontrado. Tenía testimonios, fotografías, ropa, sudores, gritos, penas y masacres. Crueldades. Todo estaba ahí. Y todo era un paralelo con el genocidio indígena. Estuvimos ahí mucho rato, y salimos agobiadas, con sensación de encierro. Volvimos a la Terminal, rescatamos el equipaje y nos fuimos al aeropuerto en un taxi. Richard le había dicho a Gaby que en el aeropuerto de Buenos Aires había problemas, niebla, vuelos cancelados. 
Después entramos en un caos de horas de colas esperando confirmaciones, gente impaciente y enojada. Al final, nos confirmaron en un vuelo al día siguiente, de tarde. Pudimos comunicarnos con Federico y tenía el apartamento disponible, así que volvimos, salimos a cenar como si fuera lo mejor que nos había pasado. El barrio donde estábamos está lleno de boliches y restaurantes. Cenamos en un lindo restaurante cerca del apartamento, comimos muy bien, después de días de sándwiches. Nos fuimos a dormir, cansadas.




Ver otras imágenes en:

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06 sábado/ Fuimos temprano al aeropuerto para que no hubiera imprevistos o para intentar solucionar los imprevistos que sucedieran. No hubo problemas, la niebla desapareció. Los vuelos se normalizaron.  Por fin, íbamos a salir hacia Buenos Aires. Buenos Aires, una ciudad que siento muy unida a Montevideo. Cercana en la historia, en los afectos, en el aspecto. En Buenos Aires no me siento extranjera.

Imágenes del sábado:


Encuentros/ La tierra arenosa, la vegetación nativa, los pastos secos, la laguna. Los árboles secos. Transparencias. Los pájaros que vuelan. Lugares sin tiempo.  El olor. Guadales. Las cámaras listas, registrando. Qué hacer, como imaginar un afecto, dejar que aparezca, que se genere la imagen. A través del lente veo primeros planos, planos generales, imágenes abstractas que forman los juncos, el agua, los árboles. Son bellas imágenes, es lo que buscaba. Buscaba lo que me estuvieron diciendo las imágenes, y las imágenes, a su vez, me señalaron lo que buscaba. Todos los sentidos alertas recibiendo signos, traduciendo signos en imágenes. Traduciendo imágenes en signos. Qué imágenes sugiere este afecto, este sentir. Desde las imágenes, desde los signos, desde los sentidos, desde el pensamiento, todo se expande, la mente se expande y celebra la unión de los afectos con los signos, con las imágenes, con la idea. Una felicidad inmensa. Una certeza.